The incorporation of physical education professionals in the areas of health has improved the study of the effects of marijuana and alcohol use in Mexican young people on Physical Fitness. The application of more precise physical assessment methods has led to more specific studies for adolescents and young adults. This article aims to establish reference values of Physical Fitness for young people who use marijuana and/or alcohol in a government program in the State of Colima, Mexico as compared to the results of non-users of these harmful substances (marijuana and alcohol). The test results obtained by users were: sit-ups 34.2 (±8.9), squats 40.7 (±11.4) pushups 25.4 (±10.8), long jump 1.9 (±0.3) and Hexagon (26.0) (±8.0); while the non-users group showed the following values: 42.9 (±9.2), 51.8 (±9.0), 34.8 (±14.4), 2.2 (±0.3), and 12.3 (±1.2), respectively. We conclude that the use of marijuana and/or alcohol affects the Physical Fitness of the young people who use it, declining their ability and stamina in the upper limbs, torso and lower limbs, as well as anaerobic power and agility.
INTRODUCCIÓN
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) se estima que un poco más del 5 % de las personas en edades entre los 15 a 64 años en todo el mundo consumieron una droga ilícita en el 2013 (UNODC, 2015), mientras que el consumo de alcohol es uno de los factores de riesgo más importante en la salud pública mundial (Soler, Balcells & Gual, 2014).
Hay una larga historia sobre el uso y las consecuencias para caracterizar y diagnosticar el alcoholismo y el uso de otras sustancias. Martin, Langenbucher, Chung y Sher (2014) señalan que Jellinek (1943; 1952; 1960) describió de sobremanera los síntomas del alcoholismo y sus consecuencias de salud y psicosociales, siendo en el año 1952 consideradas las consecuencias médicas y psicosociales del alcoholismo por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2005). Sin embargo, fue hasta 1976 cuando Edwards & Gross (citados por Martin et al., 2014) describen el Síndrome de Dependencia del Alcohol que no estaba definido por las consecuencias, sino por los síntomas primarios relacionados con el consumo compulsivo de alcohol, tolerancia y abstinencia.
Actualmente el término “dependencia de sustancias nocivas” se utiliza para describir una grave enfermedad que altera el funcionamiento del sistema nervioso, presentando entre sus consecuencias la falta de control de los impulsos y de la toma de decisiones (Aguilar, Mendoza, Valdez, López & Camacho, 2012).
La dependencia a sustancias nocivas como la marihuana y el alcohol invade diversos aspectos en la vida de las personas que la padecen. Se ve afectada la salud de los consumidores por la presencia de trastornos o disfunciones físicas y psíquicas derivados de su consumo y por la pérdida de hábitos saludables. Esta enfermedad altera las relaciones familiares y sociales, la actividad escolar o laboral, los hábitos de ocio, de higiene personal y en muchas ocasiones la situación económica del paciente y su familia, ya que el deseo de consumir la sustancia o sustancias de las que depende es tan fuerte que la atención de las necesidades básicas son lo menos importante. El tratamiento de este padecimiento debe mostrar una perspectiva integral, donde se planteen diversas acciones. Por un lado, se busca controlar el consumo de la droga mientras que se tratan las secuelas físicas y psíquicas y, por otro lado, se deben orientar los esfuerzos para recuperar intereses, habilidades y hábitos saludables. Esto hace necesaria la intervención de profesionales de diferentes disciplinas quienes participarán aportando sus conocimientos para atender las áreas afectadas en cada caso (Hernangil, Lastres & Valcárcel, 2011).
Las evidencias científicas sustentan que la realización de actividades físico-deportivas influyen favorablemente en la salud (Del Rio, Velasco, Salazar, Wong & Yahuaca, 2010), por lo que se recomienda la práctica regular de la actividad física para el mantenimiento y mejora de la calidad de vida, pero adquiere una mayor importancia cuando se trata de la recuperación de las adicciones a sustancias nocivas, ya que no solo producen una mejora del estado físico sino que también incrementa la sensación de bienestar, la autoimagen y la motivación.
La Aptitud Física (AF) no tiene una definición concreta, la mayoría de los textos hacen referencia a ella como la capacidad para realizar cualquier tipo de actividad física de forma eficiente (Martínez-López, 2008). Depende de muchas funciones orgánicas entre las que destacan la neuromuscular, la cardio-respiratoria y la metabólica, además de dichas funciones intervienen aspectos morfológicos, biomecánicos, psicológicos y genéticos. La AF está relacionada con el factor tiempo, pudiendo mantenerse, aumentarse o disminuirse, reflejando de esta manera su carácter dinámico por ello los niveles de AF se establecen con la medición de las capacidades físicas condicionales y coordinativas (George, Fisher & Vehrs, 2007).
La evaluación de la AF en su conjunto o en alguno de sus componentes ha sido un aspecto que ha interesado siempre al ser humano; el objetivo principal en sus inicios estaba orientado exclusivamente al rendimiento deportivo. Sin embargo, a principios de la década de los setentas surgen nuevas tendencias que redireccionan la evaluación de la AF con el propósito principal de conocer el estado de salud y el bienestar de los individuos (Malina, Bouchard & Bar-Or, 2004).
Murphy, McNeilly y Murtagh (2010) señalan que niveles moderados de ejercicio físico inducen efectos positivos para prevenir las enfermedades crónicas no transmisibles. No obstante, poco se sabe de los beneficios que se tienen con esta práctica en jóvenes en situación vulnerable, identificados como adictos a sustancias nocivas, como es el caso de la marihuana y el alcohol.
La implementación de Programas de Actividad Física (PAF) con fines terapéuticos en población drogodependiente ha sido reportada desde 1987 por varios autores para medir la resistencia aeróbica (Ambits-Esport, 1996; Hyman, 1987; Marques-Magallanes, Koyal, Cooper, Kleerup & Taskin, 199; Peterson & Johnstone 1995), la fuerza muscular (Ambits-Esport, 1996; Bahamonde, 2001; Palmer, Palmer, Michiels & Thingpen, 1995), la velocidad (Bahamonde, 2001; Pimentel, 1997) y la flexibilidad (Bahamonde, 2001; Peterson & Johnstone, 1995).
A pesar de toda esta información los resultados no son concluyentes cuando el objetivo fue encontrar puntos de conexión entre la utilización de la AF y su impacto en indicadores biológicos integrales (por ejemplo, agilidad, capacidad de respuesta, etc.).
El gobierno de México ha implementado políticas públicas mediante programas de intervención, a través del Centro Estatal de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (CEPSVD), con la intención de mejorar los aspectos físico-motores, habilidades sociales y psicológicas para niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad, utilizando al fútbol soccer como medio físico-pedagógico (CEPSVD, 2012). Con el propósito específico de tener referentes de tipo cuantitativo sobre los niveles de AF que posee dicha población y para conocer los niveles iniciales de las capacidades condicionales y coordinativas en los que se encuentran los participantes, en ese programa se hace necesario implementar pruebas de valoración de la AF (CEPSVD, 2014).
Por ello, el objetivo del presente trabajo fue establecer valores de referencia del nivel de AF de jóvenes mexicanos en situación de vulnerabilidad categorizados como consumidores de marihuana y/o alcohol participantes en el programa Ligas Formativas del CEPSVD (CEPSVD, 2014) del estado de Colima, y comparar los resultados con las pruebas de AF obtenidas de jóvenes no consumidores pertenecientes a la Licenciatura en Educación Física y Deporte de la Universidad de Colima.
MATERIALES Y MÉTODOS